Los penitentes


Al escribir estas palabras no puedo indicar que año es, ni tan siquiera en que siglo vivo. Hace ya mucho, cuando la sociedad humana se auto extinguió, se dejo de contar de forma activa el paso del tiempo. A fin de cuentas, ¿A quién le interesa saber cuánto tiempo lleva sobreviviendo uno en el infierno? Los humanos que hoy en día sobrevivimos, lo hacemos de los restos que nos dejaron los propios humanos que provocaron la situación actual, y la situación actual es una verdadera basura.  

Según dicen los que se han interesado en saber algo del pasado, en una teórica cúspide cultural, tecnológica y no sé qué patrañas más, algo desestabilizo la economía mundial. No fue la falta de alimento, ni tan siquiera la falta de combustible, sino que los humanos empezaron a tener miedo y en consecuencia matarse entre ellos. Cada uno en defensa de su estilo de vida, el legado de sus antepasados, su tierra, sus patrias, ahora ya desaparecidas y olvidadas…cada soldado, comandante, general tenía una motivación para apretar el gatillo, y todos estos motivos eran puras idioteces.


En una guerra sin nada que ganar, una vez más los humanos en todo el globo empezaron a matarse unos a otros. Y la razón por la que se mataban era ninguna. Este sin sentido, unos lo atribuían a que los grandes gobiernos eran presionados por unas compañías fantasmas aun más grandes. Otros defendían la tesis que la guerra era propiciada por un racismo encubierto en algo que llamaron “lucha contra el terrorismo”. A fin de cuentas, solo eran justificaciones a un acto que desencadeno en lo que desencadeno. Cómo era de esperar, en un mundo lleno de locos armados hasta los dientes, alguien al final apretó el botón rojo.

Todas las naciones ya casi extinguidas se culparon las unas a las otras, y hoy en día la realidad es que nos importa una mierda quién empezó. El caso es que “algo”, que no entiendo, pero que lo llamaban cabezas nucleares fueron detonadas en todos continentes, mares, océanos…e incluso algunos en la estratosfera. En menos de un par de horas casi la totalidad de la vida terrestre fue literalmente arrasada. Y eso sólo era el principio.

Sólo los que sobrevivieron a las explosiones pueden saber a qué clase de de juego sádico fueron obligados a jugar para sobrevivir. Así nosotros somos los hijos de los supervivientes de los supervivientes. Somos los penitentes de las locuras humanas. En particular, soy Jacob, tengo dieciséis años y ya estoy entrando en los últimos días de mi vida. Cómo anciano de mi grupo, quiero dejar un legado para que mis nietos puedan disfrutar de mis conocimientos, quizás ampliarlos y sumando la experiencia de muchas generaciones quizás y sólo quizás conseguiremos sobrevivir de forma más efictiva en este infierno que nuestros antepasados nos legaron. Este es mi sueño.

La dama del sueño


Desperté hace unos minutos y estoy tecleando esto en contra del olvido, mientras aun tengo la mente fresca y los sentidos embutidos. He soñado con una chica, se que solo fue un sueño pero en lo más profundo de mi corazón deseo que, en algún lugar del mundo una chica haya despertado al haber soñado conmigo, y que en este momento haga esfuerzos como los míos para no olvidarme. Ella era tan real, demasiado perfecta para sacarla de mi imaginación.

Estaba durmiendo, cuando normalmente no lo hago, en la mañana. De repente, el sonido de la televisión me despertó de mi visita al mundo de morfeo. Era extraño, tenía los sentimientos revueltos, nunca el despertarme había sido tan espeluznante para mi. Me había enamorado. Una mujer había aparecido mientras dormía y me había robado el corazón.

Yo había llegado al convencimiento que no podría amar, que siendo una persona fría lo máximo que podría otorgar a otra persona sería un profundo cariño, pero eso no es lo que siento en este momento. Vivo ese bienestar que recorre el cuerpo en forma de calor, una opresión extraña en el vientre, la mente nublada ahogada en sus recuerdos. El sentimiento de cuando te abraza tu madre pero multiplicado por 10 o por 15.

Recuerdo su piel, no era blanca como la leche, todo el contrario. Era oscura, sin llegar a negro, de un color más tibio que los mulatos, conservaba los rasgos característicos de los europeos con una nariz pequeña y ojos almendrados. Pero no eran sus rasgos lo que más me llamaba la atención, sino sus rojos labios, destacaban por encima de todo, con ese aspecto sabroso. Eran sus labios lo extraordinario de esa chica, no relucían los dientes debajo, sino que era el rojo del carmín el que absorbía todo el protagonismo. Aunque era un sueño puedo recordar mis sentidos evocados hacía ella: el olor de su perfume, el timbre de su voz, la musicalidad de su risa, el tacto de sus senos al acercarse para darme un beso en la mejilla, la agradable sorpresa que sentí al notarlos. Todo era tan real...

Fue muy extraño, ella estaba en mi sueño y charlábamos. El rápido olvido de los sueños me hace una mala jugada, recuerdo que hablamos de forma coherente y fluida pero no puedo recordar casi de que, solo algunos fragmentos sin sentido creando un rompecabezas que mi intelecto no puede encajar. Lo más sorprendente de todo es que ella, demostraba timidez a algunas preguntas, era sutil en sus respuestas, inteligente en sus replicas y más perspicaz que yo en sus observaciones, aunque era mi sueño.

Ella me atraía y por su mirada sabía que yo le gustaba.

Nunca me dijo su nombre, su edad o donde vive, pues seguramente no exista, que todo fue fruto de mi imaginación pero me niego a ese pensamiento. Fue todo tan real, tan detallado, tan fantástico. Me desperté y la perdí, hubiera preferido quedarme allí. Me estoy volviendo loco pues estoy notando que a cada segundo que pasa pierdo más recuerdos de ella. A fin de cuentas solo fue un sueño.

Concertamos una cita, nos veríamos el domingo, ella me invito a comer a su casa. Se que puede parecer estúpido, pero hoy es lunes y voy a estar esperando toda la semana esa cita, como si fuera real, el domingo estaré en la cama cerrando los ojos esperando encontrarla, y si la encuentro quiero quedarme allí.

Deseo encontrarla de nuevo...Nunca había soñado algo así, ahora tengo miedo de no volverlo a hacer lo jamás.